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Similtudes entre la interpretación y las artes escénicas.

Esta mañana he estado muy agradecida por haber sido invitada a compartir algunas de mis experiencias y observaciones personales de dos áreas aparentemente muy diferentes de mi vida profesional (pero de muchas maneras similares), presentando en uno de los encuentros semanales en directo de #intérpretes con asistentes desde todas las partes del mundo en el Interpreters' Practice Group (Grupo de Práctica para Intérpretes), dirigido por Sarah Tiemann.




Empecé ofreciendo una selección de calentamientos vocales aprendidos de profesores, artistas y expertos que he conocido a lo largo de los años en mis aventuras como #artistainterpretativa, antes de pasar a hablar de las similitudes entre el mundo de la interpretación artística y el de la interpretación de idiomas.



Además del elemento vocal compartido que es común al canto, la mayoría de las actuaciones y comedia de stand-up, por ejemplo, tienen en común mucho más de lo que parece.



Al cumplir con nuestro código de conducta #CódigoDeConducta que nos exige permanecer #imparciales en una interpretación, como intérpretes, no sólo debemos suprimir nuestras reacciones y emociones naturales (con lo que no se nos ve alineados emocionalmente con una u otra parte) sino que también debemos seguir la práctica poco natural de no entablar conversación con las partes fuera del escenario de interpretación, así como tampoco en la sala de espera antes de una cita.



Al mismo tiempo, debemos reflejar las emociones de los oradores en nuestras interpretaciones de lo que se dice.



En mi opinión, esto requiere un nivel de #actuación para transmitir cómodamente los sentimientos de los oradores, y equivale a representar un papel. Sin embargo, en lugar de buscar el protagonismo, el intérprete debe esforzarse por ser un "artista invisible"; por no distraer la atención de la comunicación entre las distintas partes y por ser excepcionalmente claro en su discurso y en sus formas.



También somos artistas de la #improvisación, expertos en acudir a citas sin guión ensayado. Si trabajamos con agencias, a menudo no hay apenas información sobre la naturaleza del encargo. Nunca hemos conocido a los demás miembros del "reparto" u "orquesta" con los que vamos a "actuar", y en la interpretación de servicios públicos, el "escenario" puede ser diferente con cada trabajo; un día en una sala de hospital, al día siguiente en un ayuntamiento, en la vivienda de un usuario final; cada uno de ellos con sus dificultades acústicas y de accesibilidad (piense en las zonas de aparcamiento sólo para residentes, en tener que aparcar a un kilómetro y medio de distancia y tener que volver corriendo al trabajo en tacones). Estamos acostumbrados a aceptar el reto y, como muchos intérpretes trabajan fuera de su país de origen, añadimos a esto las cargas culturales y lingüísticas adicionales impuestas por el mero hecho de vivir y trabajar en el extranjero.



A diferencia de los artistas escénicos, que no suelen romper la cuarta pared, los intérpretes asumimos el papel de técnicos de sonido y de luces y del personal de recepción, y salimos de nuestro papel discreto para pedir que se apague el televisor para facilitar la audibilidad, que se encienda una luz para poder leer nuestras notas, o para "dirigir" la comunicación cuando ésta se rompe debido a que los participantes no respetan los turnos ni hacen pausas para permitirnos interpretar.



Al igual que el actor "bloquea" y sigue la dirección escénica, el intérprete presta mucha atención al posicionamiento. Comprobamos si todas las partes pueden vernos y oírnos y evaluamos continuamente dónde estamos en relación a todos los asistentes. Por ejemplo, durante un trabajo de fisioterapia en el que el usuario final necesita instrucciones sobre diferentes aparatos a distintas alturas situados en un espacio amplio, tenemos que seguir al usuario del servicio y al usuario final y ajustar nuestro nivel y posición en consecuencia.



Haríamos cambios similares si estuviéramos, por ejemplo, en un trabajo en el que un médico a domicilio está evaluando a un niño pequeño que no habla inglés en el suelo mientras habla con los cuidadores que están de pie o sentados. Tendríamos cuidado de no asomarnos por encima del niño y del asistente social, pero al mismo tiempo tendríamos que sentirnos cómodos nosotros, y confirmar que todos los participantes nos podrían ver y oír con facilidad.



A pesar de estas dificultades, veo y escucho de otros colegas de mi gremio que la satisfacción no viene de recibir rosas en el telón final, una ovación de pie, ni una crítica positiva en la sección de entretenimiento del periódico, sino más bien de saber que tal vez hemos aliviado la incomodidad o el sufrimiento de otro, o ayudado a alguien a progresar donde de otro modo habría habido una frustrante barrera lingüística. Lo que es seguro es que se puede aprender mucho en términos de autocuidado, calentamiento y preparación del mundo de las artes escénicas y me alegro de tener ambos mundos entretejidos en mi vida.






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